En las grandes mentes se solucionan a cada momento pequeñas cuestiones. Pueden estar meses con una misma cuestión que no comprenderíamos ni con años de estudio, pero al igual que nosotros deben lidiar con el: ¿Qué como? ¿Qué me pongo? ¿Se habrá cabreado? ¿Qué camino escojo? Si señores y señoras, pensamos en gran parte como una gran mente.
Dejando comparaciones imposibles (al menos por mi parte), está claro que hacemos lo fácil, algo increíblemente difícil. Cualquier pequeña cuestión lo elevamos a un Estado de Emergencia general, solemos darle más importancia de la que tiene, generamos más problemas de los necesarios y nunca, NUNCA quedamos satisfechos con el resultado.
Señoras y señores, las grandes mentes, son grandes porque le dan la importancia justa a cada cuestión. Dan poca importancia a las decisiones cotidianas que a nosotros nos demoran días de preparación psicológica, sólo para afrontar tales cuestiones.
¿Por qué hacemos tan difícil lo fácil?
Creo que el simple aburrimiento, la vida cotidiana y sobretodo nuestro sentimiento de vacío interno, nos hace derivar grandes y complejas cuestiones, de un simple ¿Qué comemos hoy?
“La justa medida siempre es la mitad de la mitad, de la mitad de lo que creemos”
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